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5 errores que convierten tu web corporativa en un simple folleto online
A finales de verano nos contactó un despacho de abogados. Tenían una web impecable a nivel estético: logo bien colocado, fotos del equipo en traje, una página con su historia, otra con su misión. Todo muy correcto. Pero detrás de ese escaparate, cero movimiento. Ni una consulta. Ni una llamada.
Os podemos asegurar que el suyo no es un caso aislado. Es el mismo error que vemos en muchas pymes y empresas de este país: creer que una web es una tarjeta de presentación online.
Y aquí está el matiz importante: el problema de esta firma legal no era la imagen. Ofrecían un gran servicio, sabían lo que hacían. El problema era la intención. Tenían una web que hablaba de ellos… pero no hacía nada por sus clientes.
Lo que hicimos en Tekla para ayudarlos no fue “rediseñar” su sitio web. Fue replantearlo. Convertir una presentación en una herramienta de negocio. Este post está escrito para compartir con vosotros la esencia de esos cambios que (spoiler) funcionaron de maravilla.
Error 1 — Hablar de ti antes que del cliente
Este error no viene del diseño. Viene del ego. De webs hechas por quien quiere contar su historia en vez de vender una solución. Muchos negocios encargan la web como quien encarga un folleto. Y claro, luego la web dice: “Somos una empresa fundada en…”
Con todo el respeto. ¿Y qué?
El cliente no entra para aplaudirte el aniversario. Entra porque tiene un problema.
Este es el motivo por el que las webs deberían liderarlas siempre expertos en marketing. No el diseñador, ni el encargado de informática, ni el departamento que redacta notas corporativas. Marketing.
Cuando una web no la hace alguien que se gana la vida vendiendo, no vende. Se presenta. Y las presentaciones no facturan.
Error 2 — Tener una web bonita… pero lenta
La velocidad no es un detalle técnico. Es el primer filtro de respeto hacia el usuario. Una web lenta no desespera: expulsa.
Y sí, en algunos sectores el escritorio sigue teniendo peso. Hay industrias (como la legal, B2B o industrial) donde el cliente puede terminar comprando desde un ordenador. Pero incluso ahí, la primera impresión llega desde el móvil. Si no carga, no existe.
El problema es que cuando una web se plantea como una tarjeta de presentación, nadie piensa en que vaya rápido. Se piensa en que “se vea bien”. En sliders, vídeos, efectos. En impresionar, no en convertir.
Una web puede permitirse muchas cosas. Menos tardar. Porque nadie espera. Ni el usuario, ni Google.
Error 3 — No guiar al usuario (ni decirle qué hacer)
Hay webs que parecen una pared llena de carteles. Información por todas partes, pero ninguna dirección. Todo está puesto “para que se vea”, pero nada está pensado para que el usuario haga algo.
Ahora vamos a ser un poco antiacadémicos, pero si hay una idea que nos gustaría que te quedara de este post sobre errores en webs corporativas, es esta:
Una web no está para informar. Está para dirigir.
Si el usuario llega y tiene que pensar dónde hacer clic, ya vas tarde. Una web eficaz responde en tres segundos preguntas tan simples como:
¿Qué haces? ¿Para quién? ¿Qué quieres que haga ahora?
El problema vuelve a ser el de siempre: si se construye como tarjeta de presentación, se coloca contenido. Pero no se construye un camino. Y una web sin camino no tiene destino.
Y una web sin destino… no tiene ingresos.
Error 4 — Creer que responsive significa encoger la web
Hay webs que en móvil se ven… pero no se pueden usar. Y eso es peor que no verse.
Botones imposibles, textos diminutos, menús escondidos como si el usuario tuviera que adivinar dónde está todo. No es responsive. Es una versión reducida del mismo problema.
Lo diremos claro: muchas webs se diseñan para quedar bien delante del dueño, no delante del cliente. Se revisan en una pantalla grande, desde una silla cómoda. Pero el cliente real las ve en un móvil, con prisa y con el pulgar.
Ahí es donde se deciden las ventas. Y es justo en ese punto donde debemos enfocarnos.
Error 5 — No tener un objetivo (la web que existe, pero no sirve)
Este error no se arregla con diseño ni con SEO. Porque no está en la web. Está en la cabeza.
Hay webs que no fallan por técnica. Fallan porque no tienen intención. Están hechas para estar, no para conseguir nada. Y cuando una web nace sin un para qué, lo único que hace es consumir tiempo y dinero.
Muchos negocios creen que tener presencia online es suficiente. “Ya tenemos web.” ¿Y qué? Estar online sin objetivo es como abrir una tienda y no poner mostrador. La gente puede entrar… pero no sabe qué hacer.
Una web que no vende no necesita diseño. Necesita un propósito
Las webs no se hunden por colores ni por tipografías. Se hunden por falta de intención. Por miedo a decirle al usuario qué hacer. Por confundir presencia con negocio.
Muchos negocios nos enseñan su web con orgullo… y al minuto reconocen que no les trae ni una sola oportunidad. No se quejan. Se resignan. Creen que “es lo normal”. Ese es el verdadero problema.
Una web sin propósito no es una herramienta. Es un gasto fijo con dominio. Puedes enseñarla, pero no te devuelve nada. Puedes presumirla, pero no te paga una sola factura.
En Tekla, cuando abordamos una web, no empezamos preguntando qué colores quiere el cliente. Empezamos preguntando: “¿Qué tiene que conseguir esta web para que valga la pena?”
Porque si una web no tiene una tarea clara —atraer, convencer, generar contacto— no es una herramienta. Es decoración digital.